Qué debes saber al elegir el equipo de escalada
¿Estás eligiendo tu equipo de escalada y quieres que te acompañe con seguridad en cada movimiento? Lo entendemos. La escalada es una actividad compleja, y normalmente se trata de tres aspectos principales: seguridad (en qué puedes confiar), comodidad (que nada limite tu movimiento) y versatilidad (equipo que sirva para el rocódromo, la roca y las vías de varios largos). Vamos al grano.
1. Seguridad = equipo en el que confías
La base es la fiabilidad. El arnés debe ajustarse bien y no causar molestias ni siquiera durante un aseguramiento prolongado. Al elegirlo, presta atención a la certificación, la calidad de los materiales y los detalles inteligentes, como hebillas que no se aflojan o trabillas diferenciadas por colores para una mejor orientación. Elige la cuerda según el tipo de escalada: más fina y ligera para el rendimiento deportivo, más robusta para vías de varios largos o caídas frecuentes. Selecciona mosquetones y aseguradores según su manejabilidad y compatibilidad, para no perder tiempo buscando qué va dónde cuando ya estás colgado en la pared.
2. Comodidad
La comodidad al escalar no es un lujo, sino una condición básica para el rendimiento. Los pies de gato deben ajustarse como una segunda piel: ceñidos, pero sin doler al ponértelos. En el rocódromo apreciarás modelos más blandos con una puntera sensible; en la roca, una suela más rígida que ofrezca mejor apoyo. La bolsa de magnesio debe estar siempre a mano, pero sin moverse en exceso. Y si cada paso te roza el arnés o se te enreda la cuerda, la concentración se transforma en frustración. Los detalles marcan la diferencia: prueba todo antes de lanzarte a escalar.
3. Versatilidad
¿Empiezas en el rocódromo pero sueñas con la roca? Vale la pena invertir en equipo que funcione en ambos entornos. Por ejemplo, un arnés con perneras ajustables, un asegurador compatible con cuerdas simples y dobles, o un casco bien ventilado para el rocódromo y la montaña. Elementos como cintas express, nudos o mosquetones HMS elígelos pensando a largo plazo: la calidad dura años y te ahorra dinero y preocupaciones. Y lo más importante: no necesitas tenerlo todo de una vez. Es mejor tener menos cosas, pero en las que realmente puedas confiar.